viernes, 30 de mayo de 2014

E48 - Dios mío, que bien me alojé


Nostro Senhor, que bem alberguei
quand'a Lagares cheguei, noutro dia,
per ũa chúvia grande que fazia!
Ca proug'a Deus e o juiz achei,
Martim Fernándiz, e disse-mi assi:
- Pam e vinh'e carne vendem ali
em Sam Paaio - contra u eu ia.


Em coita fora qual vos eu direi:
se nom achass'o juiz que faria?
Ca eu nẽum dĩeiro nom tragia;
mais proug'a Deus que o juiz achei:
Martim Fernandes saíu a mim
e mostrou-m'[um] albergue cabo si,
em que compr[ar] quanto mester havia.


Se eu o juiz nom achasse, bem sei,
como alberguei, nom albergaria,
ca eu errei, e já m'escurecia;
mais o juiz me guariu, que achei:
pero que eu tardi o conhoci,
conhoceu-m'el, e saiu contra mi
e homilhou-xi-mi e mostrou-mi a via.
 




VERSIÓN:

Dios mío, qué bien me alojé el otro día cuando llegué a Lagares, con la gran lluvia que caía, que a Dios me encomendé y encontré al juez Martín Fernández que así me dijo: “Pan, vino y carne venden allí, en San Paio”, que era en dirección a donde iba.

Y os contaré la dificultad en que me vi: ¿Qué hubiera hecho de no encontrarme al juez?, que yo monedas no traía, mas gracias a Dios que me encontré al juez Martín Fernández, que salió a mi encuentro y me mostró una casa cercana donde comprar todo lo que necesitaba.

Si no hubiera encontrado al juez bien sé que no me hubiera alojado como lo hice, mientras vagaba y ya oscurecía, mas el juez que encontré me salvó, si bien yo lo reconocí tarde, que él me conoció y se me acercó, me hizo una reverencia y el camino me mostró.



No hay comentarios:

Publicar un comentario