jueves, 29 de mayo de 2014

E42 - Fernán Díaz, el que por aquí anda


Fernam Díaz, este que and'aqui,
foi ũa vez daqui a Ultramar,
e quanto bom maestre pôd'achar
de castoar pedras, per quant'oí,
tôdolos foi provar o pecador;
e pero nunca achou castoador
que lh'o olho soubess'encastoar.

E pero mui bõo maestr'achou i,
qual no mund'outro nom pod'en saber,
de castoar pedras e de fazer
mui bom lavor de castom outrossi;
pero lh'o olho amesurou entom,
tam estreito lhi fez end'o castom
que lhi nom pôd'i o olho caber.

E a Dom Fernando conteceu-lh'assi
d'um maestre que com el baratou:
cambou-lh'o olho que daqui levou
e disse-lhi que era de safi,
destes maos contrafeitos del Poi;
e meteu-lhi um grand'olho de boi,
aquel maior que el no mund'achou.

Olho de cabra lhi quis i meter,
e nom lhi pôde no castom fazer;
e com seu olho de boi xi ficou.




VERSIÓN:

Fernán Díaz, el que por aquí anda, fue en una ocasión al Norte de África, entre los mejores orfebres se le pudo encontrar, por lo que oí, el muy desgraciado probó de todo y, sin embargo, no conoció orfebre alguno que supiese engastar su ojo.

Y a pesar de haber encontrado a un buen maestro, que en el mundo no había otro que manejara tan bien el cincel y que mejor supiese incrustar piedras, pero tan estrecho le hizo el engaste, aunque ya antes hubo medido el ojo, que el ojo no pudo entrar.

Y a Don Fernando le sucedió esto, con un maestro con el que negoció, le cambió el ojo que desde aquí llevó, que le contó que era de zafiro, por uno de esos falso de Poi, y le metió un gran “ojo de buey”, el más grande jamás hallado en el mundo.

“Ojo de cabra” le quiso meter y no le puede hacer el engaste, y con su “ojo de buey” se quedó.



No hay comentarios:

Publicar un comentario