Que muitos que mi andam
preguntando
qual est a dona que quero gram bem: se é Joana, se Sancha, se quem,
se Maria. Mais eu tam coitad'ando,
cuidando em ũa destas três que vi
polo meu mal, que sol nom lhes torn'i,
nem lhes falo, senom de quand'em quando.
E vou-me dontr'as gentes alongando,
por tal que me nom preguntem por en,
per bõa fé, ca nom por outra rem;
e vam-m'elas, a meu pesar, chamando
e preguntando-m', a pesar de mi,
qual est a dona que me faz assi
por si andar em gram coita 'm que ando.
E faço-m'eu deles maravilhado:
pois m'i nom ham conselho de põer, por que morrem tam muito por saber
a dona por que eu ando coitado?
Nom lhes a digo por esta razom:
ca por dizer-lha, si Deus me perdom,
nom mi porram conselho, mal pecado!
Por en tod'home devia, acordado,
que sem houvesse, daquest'a seer: de nunca ir tal pregunta fazer;
ca per pouc'en seria castigado
- castigar-s'en, pelo seu coraçom:
qual pera si nom quisesse que nom
dissess'a outre nunca per seu grado!
E eles vam-me gram pesar dizer,
no que lhes nunca prol nom há
d'haver,
porque destorvam mim de meu cuidado.
Mailo que vai tal pregunta fazer,
Deu'lo leixe
molher gram bem querer e que ar seja d'outrem preguntado!
VERSIÓN:
Muchos me andan preguntando quién es
la mujer a la que amo: si es Juana, si Sancha o si es María. Mas yo ando tan
apenado, pensando en una de las tres que vi para mi desgracia, que ni siquiera
les contesto, y sólo de cuando en cuando les hablo.
Y me voy alejando de la gente, con tal de que no me pregunten por ello, en verdad, que no por otro motivo; y muy a mi pesar me la nombran y me preguntan, sin yo querer, cuál es la dama que me hace estar así, con el gran sufrimiento con el que ando.
Y de ellos me maravillo, pues no
tengo una solución para esto, ¿por qué se mueren por saber quién es la mujer
por la que sufro? No se lo digo por esta razón: porque contarlo, que Dios me
perdone, no me beneficia, pobre de mí.
Por ello, todo hombre sensato
debiera ser cauto sobre esto, no hacer nunca tal pregunta; porque por poco sería
castigado, castigado por su propia osadía: no digas de los otros lo que no
quieres que otros digan de ti.
Y ellos me hablan a mi pesar, de
ello nunca sacarán provecho, porque me distraen de mi pensamiento.
Mas al que vaya a hacer tal
pregunta, permítale Dios que ame a una mujer y que sea interrogado por los
otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario